sábado, 31 de agosto de 2013

El Camino de Santiago - Etapa 8 (29-03-2013)

Portomarin - Santiago de Compostela
95 km - 6 h 32'


Perfil de la Etapa 8 (obtenido con perfils)

Hoy es nuestro último día de peregrinación.

Nos hemos levantado a las 5 de la mañana y media hora después ya estabamos en la carretera.

Pero antes de esto mientras nos estamos preparando Evaristo ha echado en falta su casco, habían olvidado sacarlo del garage de las bicis por la noche, así que hemos tenido que despertar al hospitalero para que abriera el garage.

Volviendo a la ruta, la salida del pueblo de Portomarín se hace por la carretera nacional por una subida (¡no se porque todavía me sorprende!).

En el pueblo de Portos hay una escultura de unas hormigas a tamaño gigante.



En Lestedo, no encontramos con algo atípico, un cementerio con las lápidas por la parte de afuera.




 



Evaristo cruzando de forma "fantasmagorica"

Lo que tienen estos pueblos tan cercanos ya a Santiago es la inmensa cantidad, de lo que yo voy a definir como "peregrino dominguero". (mas adelante hablaré de ellos)


La casa do Concello de Palas de Rei, con el labaru en primer plano

En el bar en el que estamos desayunando hemos oido una pregunta inquietante: ¿tienen café con leche?, (preguntado en perfecto castellano con un ligero acento del Pais Vasco). Pues coño tía, que es una cafetería, lo que igual no tienen es gasolina.

Nuestro próximo objetivo era Arzua, pero antes de llegar paramos a hacer unas fotos de nuestra entrada en la provincia de A Coruña.


Se puede ya apreciar la cara de satisfacción por la proximidad a nuestro objetivo.




También hicimos otra parada en la Iglesia de Santiago de Boente, donde nosotros mismos sellamos la credencial.






Cuando paramos a desayunar en Arzua, por cierto, un bocadillo de tortilla francesa de bonito con mayonesa, se nos acerca un paisano y nos espeta que si no vamos por el camino marcado, ¡asi cualquiera lo hace!.

Hijo de p***, este no ha ido a Santiago ni en coche, que llevamos 3 horas debajo del agua hoy, sin contar los 3 días anteriores, que hasta los peregrinos de a pie se quejan de lo mal que está, pero en fin, algo nos tenía que decir el hombre.


Menos mal para el paisano de antes que el bocata ya lo habiamos comido, sino se lo traga.

De aquí en adelante nos llevó el corazón, nuestra meta estaba muy cerca y no podíamos flaquear. Al llegar a las afueras de Santiago, nos metimos por el desvío que sube al Monte do Gozo, con la consiguiente subida, que fué bastante dura, sobre todo al principio.

Antes de coronar el Monte do Gozo, otro pinchazo, y van 4. Cago en D***, este ya no se arregló ni con spray reparador. Pues nada, 15 minutitos de nada debajo de un aguacero impresionante cambiando la cámara. Como yo no tenia a mano, Evaristo muy amablemente me prestó una, pero de 20*1.75, que era del carro de la bici, en cuanto dimos cuenta no pudimos aguantarnos y estallamos en carcajadas. La gente que pasaba por nuestro lado, flipaba, con la que estaba cayendo, dos tios allí con una rueda de una bici pinchada, partiendose la caja.


Buscando una cámara del tamaño adecuado en las alforjas.

Ya lo dijo el "sabio Juanito", en una de sus citas: ¡Estos peregrinos están locos!

Claro, todo esto sin mencionar el frio que hacía y que las manos estaban heladas y los guantes no podian chupar ya ni una gota más de agua.

Despues de arreglar el pinchazo, llegamos al alto del Monte de Gozo, donde nos hicimos una foto con el monumento al papa Juan Pablo II y seguimos.


El monumento al pontífice Juan Pablo II

No se como definir nuestra llegada a la catedral de Santiago, fue algo entre una sensación de alivio y una fuerte emoción por haber conseguido nuestra meta en esas circunstancias. Después de hacer una foto a la catedral (que por cierto, podian limpiarla), nos hicimos nosotros una con la catedral de fondo, pero estaban las camaras de los telefonos con mucha condensación debido a la lluvia, asi que en esas se acerco una chavalina y nos hizo una foto con su camara reflex ( quedando en enviarla por mail, a fecha de hoy todavía estamos esperando la foto ).


Catedral de Santiago

Posando delante de la catedral

Después fuimos a la oficina del pregrino a recoger nuestra "Compostela", cosa que nos hizo mucha ilusión.

No entramos a visitar la catedral, porque, debido a no tener un lugar seguro donde dejar la bici, el cansancio y porqué no decirlo un cierto desánimo ya debido a tantos días de lluvia...

Ya sólo nos quedaba lo difícil, buscar un alojamiento donde poder darnos una ducha y dejar las bicis a buen recaudo, mientras bajamos al aeropuerto a buscar un coche de alquiler. Como he dicho más arriba ya el desanimo hizo que el primer hotel, hostal, pensión, etc...que vieramos ese, fuese el elegido. Y caímos en la pensión San Nicolás, donde despues de una dura negociacion, accedieron a dejarnos una habitación para darnos una ducha y guardar nuestras bicis hasta nuestro regreso del aeropuerto.




Y aquí estamos en Santiago, después de 830 km y 56 horas y 48 minutos dando pedales.

Solo nos queda agradecer a nuestras familias el apoyo que nos han dado durante la preparación y el peregrinaje en sí mismo.








El Camino de Santiago - Etapa 7 (28-03-2013)

Villafranca del Bierzo - Portomarín
105 km - 7 h 13'

Perfil de la Etapa 7 (obtenido con perfils)

Hoy ha sido el peor día hasta hoy con diferencia. Comenzamos temprano como siempre y a las 07:00 ya habíamos parado a desayunar la 1ª vez en Vega de Valcarce, a 169 km de Santiago.


Estamos ya muy cerca

Aquí cogimos fuerzas para afrontar la terrible subida de Cebreiro, 700 metros en 12 km. La subida es terrible, con los primeros kilómetros bastante duros, por suerte llovía, no quiero ni pensar lo que tiene que ser esto con calor.


Comenzando la subida


Lo tomamos con mucho buen humor


Ojo a la cantidad de nieve que había en el alto


Aunque subimos el puerto por adentro salimos a hacernos la foto a la nacional

El 3er desayuno


Sellando la credencial


Una vez arriba, nada más pasar un parque, hay que meterse a la derecha, ( y eso que esta pintado con una flecha de 1 metro de gorda ), pero nosotros seguimos de frente, por desgracia para nosotros y aparecimos en un pueblo en el culo del mundo. Si no llega a ser por un paisano que nos dijo: "Por ahí no se va a Santiago". Después de cargarnos en C*****, no indicó como salir de allí, eso si, siempre cuesta arriba, hasta el Alto de Poio.

Desde allí una bajada de 12 km hasta Triacastela, donde paramos a desayunar otra vez. Despúes del desayuno fuimos hasta Samos, que es donde suele empezar todo el mundo a hacer el "Camino" de fin de semana.


La abadía de Samos

Desde aquí hasta Sarria, siempre cuesta arriba, ¡joder si es que solo subimos!. Yo creo que el punto más alto de España debe de estar por lo menos a 15.000 metros de altura sobre el nivel del mar, y además yo lo sitúo en Galicia.

Dureante este rato hasta Sarria, nos encontramos con 3 bicigrinos vascos, después de rodar un rato con ellos, uno me dijo: "tu colega tiene una averia". Me vuelvo a cagar en D***, no es posible que se joda otra vez, pero fué una falsa alarma, solo se había metido la cadena entre el piñon pequeño y el cuadro.

Ya en Sarria paramos a tomar una cerveza, porque ya eran las 14:00 horas. Entré en un bar a pedir unas cervezas y me dijo el chaval que estaba de camarero: "aquí es costumbre una tapa con una consumición". ( véase debajo un ejemplo de "tapa" ).


Tapa de callos con patatas


Antes de salir de Sarria, llamamos al albergue "Ultreia" de Portomarín y nos dijo que teníamos sitio.

Tardamos más de 2 horas en recorrer los 23 km. que separan las dos localidades, mas de 15 de ellos cuesta arriba. Los últimos km antes de llegar a Portomarín son muy bonitos, al pueblo se llega después de cruzar un puente sobre el río Miño.


El rio Miño

Portomarín ya muy cerca

Nada más cruzar el puente te encuentras con la escalera de piedra de la Capilla de Santiago. Si no quieres subir las escaleras con la bici al hombro, tienes que subir otra p*** cuesta, vamos, es que todo el pueblo es en cuesta, como todos por lo que hemos pasado durante este peregrinaje.


Entrada a Portomarin, Capilla de Santiago

Aquí hay una pedazo iglesia que tiene un rosetón como el de Notre Dame de Paris. Un poco más abajo de donde estamos sentados tomando unas birrras, hay 6 babosos fumando "petas" de hierba y están englobando a todo el personal.

Por cierto, ¡OTRA VEZ ESTA LLOVIENDO!


Por un lado

Por el otro

Por cierto, si llegamos un día más tarde a Portomarín, nos habríamos quedado allí dos dias, debido a la "Festa del Augardente"


Casa consistorial de Portomarin

Samos ( la abadía )

El monasterio de Samos se asienta en el extremo norte de la capital del municipio, y a esta villa y al municipio les cedió su nombre e historia. Situado junto al río Sarria, que roza sus muros, atrae la atención del visitante no solo por sus vastas proporciones, sino, sobre todo por sus sólidos y austeros edificios, construídos con mampostería de pizarra. La rusticidad y la sencillez de los muros exteriores contrastan con la nobleza y la elegancia de sus claustros de piedra de granito.

Integran el complejo monástico dos claustros de dimensión desigual, unidos entre si y flanqueados por achatados torreones. Adosados al claustro grande por la parte noroeste, se encuentran su magnífica iglesia y su esbelta sacristía. Tres estilos arquitectónicos intervienen en su construcción y ornato: gótico, renacimiento y barroco. Solamente se conservan como reliquias de un pasado multisecular, una portada y otros elementos aislados de inspiración románica.

Los monjes del monasterio son benedictinos. No sabemos con certeza en qué momento aceptó la Regla de san Benito, posiblemente a mediados del siglo XI. Por una lápida, sabemos que a mediados del siglo VII el obispo de Lugo Emefredo lo restaura.

Monasterio de Sámamos, así lo llamaron durante varios siglos. Este nombre de ascendencia visigótica, con el paso del tiempo, quedaría reducido al de Samos.

Fachada de la Iglesia.

Lo que más impresiona al visitante al contemplar la fachada principal es la portada barroca de su iglesia, que se presenta como un gran rectángulo dividido en dos cuerpos y tres calles. Y le causará extrañeza la horizontalidad de su terminación, por la carencia de frontón o de ático central y del tercer cuerpo de sus torres. Esto imprime un sello peculiar a esta portada, que, si bien le resta esbeltez, no logra sustraerle majestuosidad y belleza. Le precede una señorial escalera, del siglo XVIII, inspirada en la del Obradoiro de Santiago de Compostela.

Cuatro columnas dóricas sobre recios pedestales ennoblecen y custodian la puerta y la abarrocada hornacina superior, que alberga una imagen de san Benito, obra del escultor Ferreiro. Las calles laterales avanzan, respecto a la central, para resaltar de este modo el primer cuerpo de sus torres. En su reducido interpilastrado se abren una ventana rectangular con tambanillo curvo y, superpuesto a ella, un ojo de buey con afiligranada orla.

La calle principal, en su segundo cuerpo, exhibe un gran óculo central flanqueado por dos pares de columnas; y, en simétrica posición, dos hornacinas con las imágenes de san Julián y santa Basilisa, patronos del monasterio. Las dos calles laterales de esta planta retroceden para destacar de manera visible el segundo cuerpo de sus torres. Sobre la cornisa que divide la fachada, se asienta una balaustrada. El campanario es de estructura cuadrada, con un arco de medio punto en sus tres frentes. Cierra la fachada un moldurado y rico entablamento.

Con el paso de los siglos, la vida sencilla y austera de los primeros monjes fue cobrando importancia dentro de la Iglesia y de la sociedad. Nada se conserva de la época del rey asturiano Fruela I, del siglo VIII, que ofreció al abad Argerico el monasterio, abandonado a causa de la invasión musulmana.

Las edificaciones que hoy contemplamos, no son las más antiguas. Una vez cruzado el umbral de la portada principal, nos hallamos en el claustro del P.Feijoo, comenzado a finales del siglo XVII. Debido a la situación de la antigua iglesia románica, no se concluyó hasta mediados del siglo XVIII. La sobriedad clásica de su ornamentación arquitectónica, propia de la etapa purista, se presta a una ambigua filiación artística, que duda entre el renacimiento y el barroco.

Es uno de los claustros de mayores dimensiones de España, con unos 54 metros y medio de lado. Consta de tres plantas. Recias pilastras dóricas sobre pedestales, con su entablamento partido, dividen en tramos las dos primeras. Las pilastras que limitan los tramos de la tercera, se hallan unidas por la cornisa del tejado.

Aligeran la planta baja arcos de medio punto sobre impostas, con grueso pretil entre sus pilares. Una imposta separa la primera planta de la segunda, de lienzo liso en el que se abren ventanas de sencillo marco. Una volada cornisa sirve de base a la tercera que alegra sus interpilastros con arcos carpaneles sostenidos por columnillas jónicas.


Portomarín

Portomarín es una localidad y municipio español situado en la provincia de Lugo, en la Comunidad Autónoma de Galicia.

La villa de Portomarín nació y creció al lado de un puente romano sobre el río Miño (reconstruido en la Edad Media) y del Camino de Santiago.

Cuando en 1962 se construyó la embalse de Belesar, el pueblo se trasladó al vecino Monte do Cristo. Allí se reconstruyeron algunos de los edificios más importantes, tanto civiles como religiosos; especialmente la Iglesia de San Nicolás, de estilo románico levantada por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, cuyas piedras fueron numeradas y ensambladas de nuevo en su actual emplazamiento.

En las temporadas en que baja el nivel del pantano todavía son visibles los restos de las antiguas edificaciones, el malecón y el primitivo puente.


Además de ser conocido por su paisaje, Portomarín también tiene muy buen aguardiente, el cual, ha recibido mumerosos reconocimientos. El día de pascua se hace el aguardiente allí, en la plaza delante de la iglesia, en la "Festa do Augardente".


La iglesia de San Nicolás

Portomarín también reclamó a artistas del taller de Mateo para levantar su espléndida iglesia de San Juan, en la que se consigue una simbiosis entre templo y fortaleza de la que sobresale su imponente volumen y la exquisitez de las portadas.
La iglesia de San Juan o San Nicolás ocupa el centro de la villa de Portomarín. Fue construida entre los siglos XII y XIII, con una tipología de iglesia-fortaleza. La fachada principal conserva sus características almenas por las que pasaba un camino de ronda y un impresionante rosetón calado enmarcado por un arco. En la portada se desarrolla la iconografía típica del Románico que se repite en las puertas norte y sur. Al interior sólo presenta una nave rectangular que se cubre con bóvedas de cañón, rematada en un ábside semicircular. La decoración en el interior es algo más sobria.









El Camino de Santiago - Etapa 6 (27-03-2013)

Hospital de Órbigo - Villafranca del Bierzo
107 km - 6 h 42'

Perfil de la Etapa 6 (obtenido con perfils)

Hoy es el sexto día de nuestro peregrinaje. Salimos del albergue, después de desayunar, ya que los hospitaleros nos habían dejado el desayuno preparado y nos dirigimos a Astorga. Antes de entrar en Astorga, nos ha parado una pareja de la Guardia Civil, ya que según ellos, íbamos dando el cante con las luces en modo flash. El más joven de los agentes, le comentó a Evaristo mientras yo hablaba con el otro: "Os estabamos viendo a lo lejos, y le he dicho a mi compañero, ¡que cojones es eso!"

Después de estar charlando un rato con ellos, continuamos hasta Astorga, por cierto, ¿a que nadie sabe que hay que hacer para entrar en Astorga?. Lo habeis adivinado, subiendo otra p*** cuesta, pero en esta ocasión mereció la pena por lo que encontramos al llegar, el palacio de Gaudí, una de las construcciones más bonitas que he visto nunca y en pegado a el, la catedral de Astorga.


El palacio de Gaudí (Astorga)

 
La catedral de Astorga


La siguiente parada fué Santa Catalina de Somoza a desayunar de nuevo. Elegimos el albergue "El Caminante", que era lo único que estaba abierto...este pueblo está en medio de un páramo en la carreteta que lleva hasta la Cruz de Ferro. La señora del albergue se quejaba amargamente de que ya no tenía gente, pero el sitio era espectacular.

Patio interior del albergue

Seguimos el camino hasta la Cruz de Ferro ( cota 1.504 metros ) y 19 km. de ascenso que parecían no tener fin. Antes de llegar al alto de la cruz, se pasa por Foncebadón, que es un pueblo muy bonito de montaña, y que son unas cuantas casas y un pedazo de albergue. Allí estaban descansando unos Coreanos que llevaban un perro que parecía un oso pardo de grande.


Ya se vé Foncebadón al fondo

Foncebadón

Durante la subida le comenté a Evaristo: "el primer nevero que vea al lado de la carretera, me tiro en el de cabeza" y así fue.




Ya desde aquí hasta la Cruz de Ferro, fué un paseo. Allí la tradición manda tirar una piedra en el sentido contrario de la marcha. Evaristo llevó sus propias piedras desde casa, yo cogí una allí (por piedras iba a ser) y las tiramos.


La cruz de Ferro


Las piedras que trajo Evaristo


Arrojando las piedras


Posando en la montaña de piedras




Espero que no cargase con esa pedazo de piedra desde Paris

Dejando atrás la Cruz de Ferro, se llega a Manjarín, un pueblo que se tarda en cruzar andando 30 segundos. Han costado más los carteles que anuncian la entrada y la salida del pueblo, que lo que hay dentro. Según wikipedia está despoblado.


El albergue de Manjarín

Como se ve, pertenecen a la orden de Malta


Hemos parado en el albergue por no llamarlo "cabaña" a sellar la credencial. De ahí, otra vez para arriba, hasta el "Collado de las Antenas", con alguna rampa por encima del 12%. Despues de dejar atras el collado, uno se encuentra el siguiente cartel: "ATENCIÓN FUERTE PENDIENTE EN 15 KM. CIRCULE CON PRECAUCIÓN". Bien, pues tiene huevos la cosa, desde al cartel, los 2 siguientes km eran cuesta arriba. Luego venía la bajada de 15 km hasta Molinaseca, que es un pueblo muy bonito.

Durante el descenso hasta Molinaseca, atravesamos el pueblo de El Acebo, un típico pueblo de montaña, con casas de piedra y los tejados de pizarra.


Bien podría cualquier pueblo pasiego de la "tierruca" (Cantabria pa'l que no lo sepa)


En Molinaseca, preguntamos que pueblo era ese que se veía al fondo mientras bajábamos y nos dijeron que Ponferrada. Bueno, la verdad es que nos lo dijo "el listo del pueblo", que tenía salidas como: "¿A que no sabeis cuantas piedras hay en el puente?, pues no, y respondió: "todas las que veis", digo yo coño con el "listo" este y le replico, pues también están las que no se ven, ¡no te jode!.


Iglesia de Molinaseca

Cuando llegamos a Ponferrada, tardamos por lo menos 45 minutos en encontrar una tienda de bicis, no por no haberla, sino porque los de Ponferrada no saben lo que hay en su pueblo.

Como muestra de lo que acabo de afirmar, después de ajustar los cambios de la bici de Evaristo, que habían quedado un poco tocados después de partir el cambio, preguntamos a un paisano como se salía de la ciudad hacia Villafranca del Bierzo, y el muy hijo de p*** nos hizo dar una vuelta de 4 km para ir a una rotonda a la que no habría ni 400 metros por la carretera desde donde estabamos.

Peor fué lo de otro paisano en Columbrianos, un pueblo como Entrambasaguas, después de preguntarle cómo se va a Villafranca e indicarnos la dirección, nos dice que está muy lejos. Miramos nuestro mapa de carreteras y, tiene huevos es exactamente para el lado contrario. Cago en sus muelas, que es como preguntar por Maliaño a uno de Orejo.

Después de esto nos metemos en la N-VI y llegamos al pueblo a un puieblo que se ha ido moviendo desde que el Ministerio de Fomento puso los carteles en las carrteras. Cuando vimos el cartel de Villafranca 6 km en realidad faltaban 9 km.

Al llegar a Villafranca buscamos el albergue asociado a bicigrino, que no está nada mal, pero nos tuvo un poco mosca el hospitalero ya que parecía no creerse que nosotros salíamos a las 6 de la mañana.


Villafranca del Bierzo desde el lado del albergue

Panoramica del Villafranca del Bierzo

Iglesia de San Nicolás

La plaza Mayor

Iglesia de San Francisco



La colegiata de Villafranca del Bierzo



La calle del Agua

La Cruz de Ferro

Sobre el origen de la cruz hay varias teorías: pudo ser erigida con el fin de señalar el Camino cuando las frecuentes nevadas lo ocultan a la vista. Asimismo, su origen puede encontrarse en época romana, en los hitos que marcaban la separación de dos circunscripciones territoriales,mientras que para otros se trata de un amontonamiento de guijarros, llamados Montes de Mercurio, que desde época celta erigían los caminantes en lugares estratégicos de los caminos y que luego se cristianizaron con cruces. En este caso, la costumbre se cristianizaría tras ser colocada la cruz a principios del siglo XI por Gaucelmo, abad de la alberguería de Foncebadón y Manjarín. Más adelante serían los segadores gallegos en su camino por estas tierras leonesas hacia Castilla, a donde iban a trabajar, los que continuarían con la tradición depositando una piedra a su paso, llamándolo por entonces Cruz de Ferro.

En 1982 fue construida junto a la Cruz una capilla dedicada al apóstol Santiago, y desde hace unos años, el Centro Gallego de Ponferrada celebra la festividad de Santiago con una romería en el lugar que congrega a cientos de personas y atrae la visita de distintas personalidades. 


Molinaseca

El origen y la importancia de Molinaseca, está vinculado al Puente de los Peregrinos, una construcción de planta románica que se eleva sobre el río Meruelo. Ahí comienza el pueblo, cuya parte histórica concluye a los pies del viejo crucero de piedra, dos símbolos inequívocos de su tradición jacobea.

En la Edad Media, Molinaseca perteneció a un Señorío que dependía directamente de la autoridad real Alfonso VI. El primer Señor de la villa fue el conde Ramiro Froilaz, sobrino del Cid Campeador.

De este periodo, el siglo XI, datan sus primeras ermitas y hospitales: Ermita de Ntra. Sra. de las Angustias, de Santa Marina, del Hospital, de San Roque. En 1605, a principios del siglo XVII, existieron minas de hierro en las cercanías de la localidad.


Villafranca del Bierzo

Orígenes y evolución histórica local

Hachas neolíticas, una punta de lanza de bronce y un supuesto ídolo de la Edad del Bronce, conservados en el museo de los PP. Paúles, son los testigos materiales de una población que tendría ya cierta importancia en época prerromana y romana, a la vista de los abundantes restos castreños y de las explotaciones auríferas.

El cercano Castro de la Ventosa, nos da fe del emplazamiento de la primitiva ciudad celta de Bergidum, luego trasladada a Cacabelos con el nombre de Bergidum Flavium como capital del Convento Jurídico de Astorga. En la zona de Villafranca sitúan la ciudad romana de Carcesa. Y por la zona discurrirían las calzadas prerromanas XIX y XX mencionadas en el Itinerario de Antonino.

La cita más antigua conocida sobre la zona es de época de Bermudo I el Diácono, por el año 791, como lugar de una batalla, librada junto al Burbia, entre los musulmanes que regresaban de Galicia y los cristianos del rey astur, quedando diezmadas sus huestes en la refriega y cediendo la corona a su sobrino Alfonso II el Casto.

El comienzo de las peregrinaciones a Compostela, tras el descubrimiento del cuerpo del Apóstol en el año 813, y las dificultades para atravesar el Camino hacen que vayan surgiendo núcleos privilegiados para asistencia de los peregrinos y Villafranca sería la antesala del angosto valle del río Valcarce, junto a los pasos o puentes sobre el río Burbia, el Valcarce y el arroyo de la Barboriña, constituyendo el término de una de las jornadas de peregrinación a Santiago en el Codex Calixtinus. (Rabanal-Villafranca-Triacastela).

Aunque la leyenda relacione los orígenes de Villafranca con los vaqueiros de Tineo y Luarca que bajaban a las brañas de Valdeprado y Leitariegos y que, deseando valles de mayor bonanza, confiaron la búsqueda en una vaca blanca que vino a asentarse en Villafranca, el origen más propio se asocia al monasterio de Santa María de Cluniaco ó Cruñego, donde benedictinos franceses de Cluny –los monjes negros- se asientan en 1070 bajo el reinado de Alfonso VI, para atención de los peregrinos franceses y trayendo, entre otras cosas, el cultivo de la vid.

También se asocia a los hospitales para atención de peregrinos que surgen a lo largo de la Ruta; en Villafranca conocemos la existencia de varios de ellos:

-Hospital de Santiago: junto a la colegiata y tal vez vinculado a la abadía de Cluny, con botica desde el s. XV por lo que era de los mejores de la zona, renovado en el s. XVIII .

  • Leprosería de San Lázaro: desde el s. XII y aún en uso en el XVI, desaparecida pero se supone que cercana a la iglesia de Santiago y fuente de San Lázaro.

  • Hospital de San Roque: donde luego se levantó el convento de la Anunciada.

  • Hospital de San Juan: citado en el s. XII “supra pontem” por lo que estaría junto al río en la calle del Agua ó tal vez en San Fiz.

  • Hospital de la Caridad de Sancti Spiritus: muy citado en documentos del XIII al XV pero no localizado,… tal vez en el solar del convento de la Concepción.

  • Parece que el convento de franciscanos se edificó sobre un hospital de la Villa.

Junto con lo anterior, se fue formando un burgo de francos, peregrinos franceses que permanecerían en estas tierras y que daría el nombre “villa francorum” e importancia a la población. Sin duda se establecerían también judíos, gallegos y gentes de otras tierras. También se habla de villa sin franquicias. Durante varios siglos tendría dos corregidores, uno para los francos y otro para los del lugar.

El auge de la ruta inclina al rey Alfonso VI a otorgar una cédula el 17 de diciembre de 1072, eximiendo a los peregrinos del pago del portazgo que exigía el castillo de Santa María de Autares, próximo a Villafranca, en “ofrenda al Apóstol bajo cuyo poder está toda España”.

También es mencionado el Vico Francorum en un documento de 1120 y se conservan otros que recogen transacciones urbanas (1147) ó licencias (de doña Urraca a Pedro Bruno en 1152 para construir un horno).

En 1186, el obispo de Astorga obtuvo una bula papal para fundar una iglesia en suelo próximo a Villafranca, que pudiera ser la de Santiago, donde los “concheiros” imposibilitados de concluir la ruta jacobea podrán aquí ganar el jubileo.

Antes de acabar el s. XII, Alfonso VII le otorgó el Señorío, situando al frente a su hermana doña Sancha. Se continuó con doña Urraca, esposa de Fernando II, rey que repuebla la villa y fecha en ella hasta veinte cartas, y con doña Teresa, esposa de Alfonso IX, rey que visitó la villa en diecinueve ocasiones y otorga el 1 de febrero de 1192 los primeros Fueros, confirmados en 1230, a doña María de la Cerda (condesa de Medinaceli) hasta llegar a Pedro Fernández de Castro, mayordomo mayor de Alfonso XI y luego Conde de Benavente, a quien se lo confiscó Enrique III, para concedérselo a don Pedro Enríquez, conde de Trastamara en 1394.

Más tarde, la villa pasaría a pertenecer al arzobispo de Santiago, don Pedro de Luna, que se la vendería en 1445 a don Pedro Alvarez Osorio, casado con doña Beatriz de Castro e hija de don Pedro Enríquez, Conde de Lemos.

Una descripción de un documento del archivo del monasterio de Santiago de finales del s. XV, nos habla de “sus calles estrechas y, debido a este trazado y a su oscuridad, se cometían durante la noche toda clase de delitos. Había en ella muchos pobres y no disponían de bienes propios. Sus vecinos eran campesinos que vendían en las puertas de sus casas: vino, panes, pescado, fruta, aceite, paja, cebada, carneros y cabritos. También lo hacían los hidalgos”.El fraile servita alemán Hermann Kuning de Bach deja anotados sus recuerdos al pasar en 1495, especialmente en lo que se refiere al vino.

En 1486, los Reyes Católicos convierten el Señorío en Marquesado a favor de Luis Pimentel y Pacheco –hijo del Conde de Benavente- y Juana Osorio y Bazán. Su hija y heredera María, casó con don Pedro Alvarez de Toledo de la casa de Alba, que sería Virrey de Nápoles y a partir del cual, los marqueses comienzan a acumular títulos nobiliarios hasta llegar a ser Grandes del Reino con el décimo Marqués (Antonio María Alvarez de Toledo y Pérez de Guzmán el Bueno) título concedido por Carlos III ó Condes de Peñarramiro desde 1871.

También pasó por Villafranca el emperador Carlos V cuando se dirige a Santiago para convocar las Cortes de 1520, origen de la guerra de las Comunidades. Aquí recibió a una comisión de castellanos que solicitan se celebren las Cortes en Castilla.

En los siglos XIV y XV, se desarrolló un núcleo de artesanos y una incipiente burguesía gremial que daría auge y esplendor a la villa y que iría en aumento en años sucesivos, como demuestran los importantes edificios (Castillo, Colegiata y conventos de la Concepción, San José, San Nicolás, la Anunciada, la Divina Pastora,…) que se construyen a lo largo del XVI y XVII.

La abadía cluniacense había entrado en crisis y a principios del XIV estaba en estado ruinoso aunque pervivió ocupada por los monjes hasta principios del XVI, bajo la advocación de la Asunción de Nuestra Señora. Al llegar el Marqués a Virrey de Nápoles en 1529, aprovecha su alta situación política para obtener la transformación del monasterio cluniacense en colegiata de canónigos, extendiendo los Papas cuatro bulas favoreciendo la erección (1529, 1531 y 1532) y llegando a tener abad mitrado, 24 canónigos dependientes de Roma y 60 parroquias bajo su jurisdicción.

Bartolomé de Villalba y Estaña en el libro “Pelegrino curioso” de 1577 habla de 800 vecinos y dos monasterios franciscanos (monjas y frailes).

Cerca del Castillo se encontraba el convento de Dominicas de la Laura, fundado a principios del s. XVII por doña María de Toledo, duquesa de Alba, que viajó a Peñalba para traer importantes reliquias de San Genadio y sus compañeros, y que se trasladaría a los pocos años a Valladolid.

El clérigo italiano Domenico Laffi anotaba en su cuaderno de viaje en 1670: “este es un enclave precioso en una hondonada entre cuatro montañas altísimas; en él confluyen dos grandes ríos y es el último pueblo del reino de León, si bien mejor se llamaría ciudad por ser muy grande. Tiene muchos conventos, tanto de frailes como de monjas, una gran plaza y casas bellísimas”. Menciona también este viajero la leyenda de la capa robada, que recuerda la actitud de un mesonero del lugar que robó la capa a un peregrino y éste, se la encontró cubriendo los hombros del apóstol en Compostela, siendo castigado el mesonero con multa de diez maravedíes por el obispo de Santiago.

En 1715 una gran inundación anegó el convento de la Anunciada y muchas casas, suponemos que en la zona de la calle del Agua, por ser la parte más baja. El año 1589 sufrió el azote de la peste y fueron muchas las víctimas.

En los siglos XVII y XVIII llegó a ser un destacado centro comercial, artístico y cultural. El Marqués nombra para el gobierno de la villa y once localidades de su jurisdicción dos alcaldes ordinarios, un corregidor, seis regidores y cinco escribanos de número. La economía se basa en un nutrido grupo de artesanos (casi el 50 por ciento de la población), que unido a la actividad ganadera y agrícola, genera la celebración de ferias y mercados concurridos. Las ferias anuales de San Antonio y de Santiago se celebran desde época medieval.

También fue en esta época la capital religiosa del Bierzo, tanto por el número de eclesiásticos como por las rentas que recibía la Iglesia. A mediados del XVIII contaba con 41 clérigos, incluidos abad y canónigos de la colegiata y 131 religiosos: 18 jesuitas, 36 religiosos en San Francisco, 29 concepcionistas, 26 clarisas y 22 agustinas recoletas. Como antes se apuntó, el Cabildo de la Colegiata de Santa María, exenta de la jurisdicción de Astorga, dependía de la Silla Apostólica con mesa, fábrica, bolsa común y todas las insignias colegiales. De él salieron hombres ilustres como su presidente Muñoz Torrero, el protagonista más destacado de las Cortes de Cádiz y de la Constitución de 1812. En el XIX pasaría a ser iglesia parroquial de la Asunción.

De 1832, otro viajero –Richard Ford- nos relata su peculiar visión: “el aspecto de Villafranca del Bierzo es completamente suizo. Está situada en un embudo montañoso, con puentes, conventos, caseríos, balcones salientes y viñas, aparte de los espléndidos ríos trucheros que son el Burbia y el Valcarce”. Manier habla de 534 vecinos y del hospital de Santiago.

Para muchos otros viajeros (Davillier en 1862,…) nunca pasará inadvertida esta ciudad a la que califican como montañosa, agrícola, rodeada de viñedos, artesanal, mercantil, capital, etapa de peregrinación…Jovellanos habla en 1792 de 2500 habitantes y de lugar apto para la pesca de la trucha.

En junio de 1808 destacó la villa por ser Cuartel General del Ejército de Galicia. Saqueada tres veces por los fugitivos ingleses en la guerra de la Independencia, sería esquilmada por los franceses, que también la ocuparon. Desmantelaron el castillo, robaron la Colegiata y la Anunciada, profanaron las tumbas de San Lorenzo de Brindis y de los marqueses, quemaron el archivo municipal,…Aquí murió en 1808 el general que dirigía las tropas españolas contra Napoleón, Antonio Filangieri. Liberada definitivamente a la tercera vez en 1810, se convirtió en el centro de operaciones para la conquista de Astorga, al mando del general Santocildes.

El Diario de La Coruña del 29 de julio de 1808 da noticia de la estancia en Villafranca del Batallón literario, formado por universitarios compostelanos. Estaría de nuevo en 1812. La guerra paralizó la proyectada fábrica nacional para la obtención de acero laminado en el coto San José de Paradaseca en La Somoza, aprobada en 1805, dirigida por el artillero D. Juan Manuel Munárriz, y que, tal vez, hubiera dado una oportunidad a la zona.

Si algún mapa de Galicia dibujado en el s. XVII incluía la zona de Villafranca en su ámbito, el 27 de enero de 1822 se convertía en provincia de El Bierzo-Valdeorras por decreto de las Cortes y en junio fue constituida la primera Diputación de la nueva provincia, con capital en la Villa y abarcando además Toreno, Ponferrada, Bembibre y Barco de Valedoras, hecho que solo duraría diez años pues la nueva división administrativa decretada el 30 de noviembre de 1833 repartiría su territorio entre las nuevas provincias de Orense y León.

Hacia 1850, Pascual Madoz describía el partido judicial de Villafranca con 8 villas, 113 lugares y 23 aldeas, que forman 21 ayuntamientos. Madoz habla de la donación de bienes del vecino Gabriel de Robles a los jesuitas para que enseñaran a leer y escribir gramática latina y retórica. A mediados del XIX, contará Villafranca con una cátedra de latinidad, escuela pública y cuatro particulares.

El 14 y 15 de agosto de 1858, la villa recibiría la visita de la Reina Isabel II y del Príncipe de Asturias, futuro Alfonso XII, con desfiles, fuegos de artificio, arco floral en la plaza mayor y estancia en el Palacio de la Marquesa de Campomanes, en la calle del Agua.

Jane Leck en su viaje de 1883 nos habla de viñedos, un cuartel en el castillo, un hotel en la plaza principal y una procesión.

El viajero Hans Friedrich Gadow en 1895 habla de 4000 habitantes, alumbrado eléctrico, molinos y regadíos, de la feria de Santiago frente al Castillo, la plaza de la Constitución, la calle del Agua con hospital y fonda, ferrocarril hasta Villafranca y diligencia hacia Galicia por el valle del Valcarce donde abundan las herrerías.

Villa natal del poeta Enrique Gil y Carrasco (1815), su más conocida obra “El Señor de Bembibre” inmortalizaría para la literatura hechos y paisajes bercianos. Patria también del ensayista Padre Martín Sarmiento (Pedro José García Balboa nacido en 1695 e hijo de un maestro cantero que trabajaba en la Colegiata), del pintor Demetrio Monteserín ó del P. Antonio Morete, como recuerdan algunas lápidas en fachadas de edificios que fueron habitados por los mismos.

Hasta mediados de siglo mantuvo su hegemonía dentro del Bierzo gracias a su destacado papel en lo funcional, administrativo y demográfico. La base económica se centraba en la artesanía, el comercio local, las ferias y las actividades administrativas.

A principios del s. XX era el tercer núcleo provincial en importancia y población tras la capital y Astorga, quedando ahora relegado por otros núcleos, especialmente Ponferrada, aunque se sitúa en la primera línea de importancia turística, gracias a su belleza y al paso de las peregrinaciones, que en la segunda mitad de este siglo han renacido con especial fuerza en toda Europa.

Desde 1943 y hasta 1966 fue cabeza de uno de los dos partidos judiciales en que se dividía el Bierzo, pasando después al de Ponferrada.

Alo largo de la segunda mitad del siglo XX, la población de los núcleos rurales sigue descendiendo salvo en Vilela, y creciendo en la capital.

La relación entre los núcleos pasa por Villafranca como centro de servicios del valle y salida natural hacia el resto de la comarca.

La actividad turística y la explotación de los viñedos y huertas son los recursos que mantienen a Villafranca , así como una incipiente industria en el Polígono de Vilela.

La imagen descrita por los viajeros sigue manteniéndose bella, aunque corre peligro de desaparecer por actuaciones poco respetuosas o crecimientos incontrolados. ( fuente: www.villafrancadelbierzo.org )