jueves, 29 de agosto de 2013

El Camino de Santiago - Etapa 5 (26-03-2013)

Carrión de los Condes - Hospital de Órbigo
145 km - 8 h 35'

Perfil de la Etapa 5 (obtenido con perfils)

El día de hoy ha sido un día de transición, depués de lo ocurrido ayer. Como ya llevaba dos días lloviendo, decidimos que, antes de volver a quedarnos tirados, ir hasta nuestro destino por carretera nacional. ¡Vaya diferencia con el "Camino"!

Es increíble el tamaño de las rectas aquí. Rectas de 4 ó 5 km, eso si, siempre picando hacia arriba.


Aquí se aprecia una de las rectas

Desde aquí fuimos a desayunar a Lédigos, en un bar llamado "El Palomar", el mismo nombre que el restaurante de Juanito el de Atapuerca, que estaba lleno de Coreanos.

Desde Lédigos, por la N-120 tomamos dirección Sahagún, pero antes de llegar nos hicimos la foto en el cartel de la entrada en la provincia de León.


Ya estamos en León

Seguimos la N-120 con la intención de parar en El Burgo Ranero, pero una vez más la falta de señalización ayudó a que nos equivocaramos y en vez de coger la carretera CV-195 hasta El Burgo Ranero, seguimos por la N-120 hasta un cruce con la N-601, así que seguimos hasta Mansilla de las Mulas a tomar un café. Para esto ya llevabamos varias horas debajo del agua. Desde aquí la próxima parada estaba clara, la ciudad de León, a la cual se llega por la carretera nacional (que parece la autovía). Lo que más nos llamó la atención es que ningún coche te pita, ni nadie se asusta de ver ciclistas, sin mencionar el respeto a estos, vamos, igual que en Santander (esto por si alguien no lo ha pillado, es un sarcasmo).

Una vez en León, teníamos claro que había que ver, si ó si, la catedral. La catedral de León es simplemente espectacular, no pudimos entrar a visitarla y sellar , porque cierra a las 14:00 y ya eran las 14:30. Entonces fuimos a sellar a la oficina de turismo, que está justo enfrente.


Increíble obra arquitectónica (la primera construcción data de 916 d.C.)




Después de abandonar León, la siguiente parada era el destino elegido para hoy, Hospital de Órbigo. Antes de llegar, echamos un ojo a nuestra guía de bicigrino para elegir albergue, decidimos quedarnos en el "Albergue Verde", como las veces anteriores, la guia acertó, con la situación, y la amabilidad de los hospitaleros.




La sala de estar

Salimos a dar un paseo por el pueblo antes de ir a cenar.






El puente romano de Hospital de Órbigo



Esperando la cena

Aunque en la imagen superior aparece Evaristo solo, yo estoy haciendo la foto y hablando con otros peregrinos invitándoles a cenar con nosotros y compartir experiencias. El "problema" era que uno era un señor de Suiza, que estaba con una chica de USA. Se habían conocido en su albergue y habían quedado para cenar. Un poco después llegó uno de Fuenterrabía que se unió a nosotros.


Sopa de trucha (que se metió engtre pecho y espalda la americana)

Foto de grupo de la cena

La sopa de trucha ( receta )

En una cazuela de barro echamos un chorrito de aceite. Cuando esté caliente, incorporamos los ajos fileteados, el pimiento, las guindillas y la cebolla en un troceado muy fino. Lo dejamos pochar a fuego medio durante unos 10 minutos. Agregamos el unto hasta que se deshaga.

A continuación se añade el pimentón y la harina. Removemos todo ello y vamos rociando con el agua, hasta conseguir una salsa bien ligada. Cuidado de que el pimentón no se queme. Echamos el laurel.

Una vez que las truchas estén limpias y troceadas, las sazonamos y las añadimos a la cazuela, dejando que todo ello rompa en un hervor. Retiramos las truchas y reservamos.

En la cazuela de presentación que hemos mantenido a temperatura, se ha de colocar el pan de hogaza en láminas muy finas. Ponemos los trozos de trucha encima y todo ello se rocía con la salsa de la cocción. Dejamos un hervor más, reposamos 5 minutos… y a comer!! ( fuente: http://www.leondagustoblog.es/sopa-de-truchas/ )


La catedral de Léon

Construcciones anteriores

Las termas romanas y la primera catedral

Originariamente, bajo la actual ubicación de la catedral, la Legio VII Gemina había construido las termas, con un tamaño superior al del actual edificio. Durante las grandes restauraciones del siglo XIX fueron descubiertos sus restos, y en 1996 se exploraron otros junto a la fachada sur.

Durante la reconquista cristiana las antiguas termas romanas fueron convertidas en palacio real. En el año 916 el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de León, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. Como señal de agradecimiento a Dios por la victoria, cedió su palacio para construir la primera catedral. Bajo el episcopado de Fruminio II, es transformado el edificio en lugar sagrado. En la catedral se encuentra el sepulcro de Ordoño II de León, fallecido en el año 924. El templo estaba custodiado y regido por monjes de la orden de San Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos otros existentes durante la mozarabía leonesa.

Nos hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del siglo X, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece que los daños ocasionados a la fábrica de la catedral debieron de ser inmediatamente reparados, ya que el año 999 era coronado en ella, en un acontecimiento lleno de esplendor, el rey Alfonso V. Tras una sucesión de revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el 1067 el estado de la catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I de León, quien, después de trasladar los restos de San Isidoro a León, «se volcó en favores a la misma». Con este rey se inició una época pacífica, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano. Era el momento del florecimiento del románico isidoriano.

La catedral románica

Con la ayuda de la princesa Urraca Teresa de Navarra, hermana del rey, se inicia la construcción de una segunda catedral, acorde con las aspiraciones de la cristiandad románica, y dentro de su estilo arquitectónico. Ocupaba la sede episcopal Pelayo II. Su estilo era fundamentalmente románico, construida en ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares, dedicado el central a santa María, como en la iglesia anterior. Aunque toda ella estuviese ejecutada dentro de las corrientes internacionales, contemplando lo que ha pervivido de su estatutaria, podemos averiguar que tenía su carácter autóctono, utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Fue consagrada el 10 de noviembre de 1073 durante el reinado de Alfonso VI. Es de suponer que en ella trabajasen los mismos canteros que estaban construyendo la Basílica de San Isidoro de León.

Esta catedral se mantuvo en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono el último rey privativo de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a un importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo cultural.


Construcción de la catedral gótica

La construcción de la tercera catedral se inicia hacia 1205, pero los problemas constructivos de los cimientos hicieron que pronto las obras quedaran paralizadas, y no se reemprendiera la tarea hasta 1255, bajo el pontificado del obispo Martín Fernández y el apoyo del rey Alfonso X el Sabio de Castilla y León, siendo esta nueva catedral de estilo enteramente gótico. El arquitecto de la catedral parece ser que fue el maestro Enrique, tal vez natural de Francia, y que ya había trabajado anteriormente en la catedral de Burgos. Es evidente que conocía la forma arquitectónica gótica de la isla de Francia. Falleció en 1277, siendo sustituido por el español Juan Pérez. En 1289 fallecía también el obispo Martín Fernández, cuando la cabecera del templo ya estaba abierta al culto. La estructura fundamental de la catedral se finaliza pronto, en 1302, abriendo el obispo Gonzalo Osorio la totalidad de la iglesia a los fieles, aunque la torre sur no se terminó de construir hasta el siglo XV. Esta prontitud en las obras le da una gran unidad de estilo arquitectónico.

La catedral de León, al igual que su hermana predecesora la catedral de Burgos, se inspira en la planta de la catedral de Reims (aunque de menor superficie), que bien pudo conocer el maestro Enrique. Al igual que la mayoría de catedrales francesas, la de León está construida con un módulo geométrico basado en el triángulo (ad triangulum), cuyos miembros se relacionan con la raíz cuadrada de 3, al que responden la totalidad de sus partes y del todo. Este aspecto, como la planta, los alzados, y los repertorios decorativos y simbólicos convierten esta catedral en un auténtico edificio transpirenaico, alejado de la corriente hispánica y perteneciente a la más pura escuela de la Champaña francesa, que le ha merecido los calificativos de «la más francesa de las catedrales españolas» o el de Pulchra Leonina, pues si sus rasgos formales se relacionan con el gótico champaniense, sus significados simbólicos y programa arquitectónico están estrechamente ligados con los de la catedral de Saint Denis, la catedral de Notre Dame de París y la catedral de Reims. Geográficamente tampoco es ajena a aquel mundo, pues aunque levantada en la vieja capital de los reyes leoneses, la ciudad era uno de los hitos más importantes del Camino de Santiago, también llamado Camino Francés.

Además de la planta, la catedral de León también está inspirada en la de Reims en la estructura y la forma de las capillas de la girola (aquí poligonales) y el desarrollo del crucero. La influencia de la catedral de Chartres puede notarse en el pórtico occidental. La de León abandona el modelo de la catedral de Reims en los alzados a partir del cuerpo del triforio, pues aquí es diáfano y acoge los progresos técnicos conseguidos en la Sainte Chapelle y la catedral de Amiens.

También influencia francesa es el desatollo del presbiterio, con la idea inicial de colocar allí el coro según la costumbre de aquellos. Individual leonés es la ubicación del Claustro, sin articulación orgánica con el templo, la salida de la planta de las torres de la fachada principal, que obliga a mostrar el alzado de los arbotantes de la nave central, y la no continuidad de las cinco naves de la cabecera en el cuerpo del templo, que se reducen a tres.

Como rasgo característico más importante, goza la catedral leonesa de alcanzar el summum lumínico de todas las catedrales, con un espacio inmenso de vidrieras al reducirse la estructura pétrea de sustentamiento al mínimo posible, llegando a superar así técnicamente a las mismas catedrales francesas.

El problema fue que gran parte del solar se asienta sobre restos romanos, hipocaustos del siglo II, lo que dificultó la buena cimentación de los pilares. La acumulación de humedades y la filtración de aguas ocasionó graves inconvenientes a los maestros. Por otra parte, la mayoría de los sillares de la catedral son de piedra de mediocre calidad, de tipo calizo, con escasa resistencia ante los agentes atmosféricos. Además, la sutilidad de su estilo es un desafío a la materia; los numerosos soportes son sumamente frágiles, las líneas se reducen a una depuración total, de modo que varios arquitectos de la época pusieron en duda que tal proyecto pudiera mantenerse en pie. Esta estructura casi inverosímil junto con la mala calidad de la piedra y la pobre cimentación, provocaron que desde el siglo XV sufriera constantes intervenciones y restauraciones, convirtiendo al templo en el paradigma europeo de intervenciones de transformación, restauración y conservación.

La leyenda del topo

Sobre la puerta de san Juan, por el interior, cuelga un pellejo, a modo de quilla, que la tradición leonesa ha identificado siempre como un «topo maligno». Según cuenta la leyenda, el topo destrozaba lo construido a lo largo del día durante la noche en los primeros momentos de la magna obra del templo. Impacientándose los leoneses porque la obra de la prometida catedral no avanzaba, decidieron acabar con aquel ser maligno que no dejaba avanzar los trabajos: algunos de ellos lo esperaron durante la noche y acabaron con él a garrotazos. En recuerdo de aquel acontecimiento y en agradecimiento a la Virgen María, titular del templo, la piel del animal fue colgada en el interior de la catedral, sobre la citada puerta, en la fachada oeste.

La realidad que esconde la leyenda es que las obras de la catedral de León se encontraron con numerosos problemas de cimentación, sobre un terreno muy inestable que, ya por entonces, había acogido muchas y diversas construcciones. A ello se unía la hoy conocida mediocre calidad de la piedra empleada, traída de la localidad de Boñar, en la montaña leonesa. Por su parte, lo que hoy podemos contemplar en la penumbra sobre la ya mencionada puerta del templo catedralicio demostró durante los años 90 ser en realidad un caparazón de tortuga laúd, cuyo origen aún es incierto, aunque se presupone que se trataría de la ofrenda realizada por algún hombre de poder a la catedral, insertándose tal elemento en la antigua tradición (clave en la constitución de numerosos museos) del coleccionismo de Antigüedades y Rarezas.


Época de reformas y problemas constructivos

La extrema fragilidad del edificio dio problemas muy pronto. En el siglo XV, la construcción de torrecillas huecas por el maestro Justín en la zona sur (la «silla de la reina») y en la zona norte («la limona») mejoró los empujes de los arbotantes hacia la cabecera, pero la frágil estructura siguió con problemas. Por entonces, el maestro Justín terminó la torre sur en estilo gótico flamígero. También se construyeron los remates triangulares de los hastiales norte y sur. En los últimos años del siglo XV, se lleva también a cabo la construcción de la Librería (actual capilla de Santiago) por Juan de Badajoz padre e hijo, en estilo gótico flamígero. También el coro es obra de este siglo, así como las pinturas de Nicolás Francés y el retablo.

A principios del siglo XVI, Juan de Badajoz el Mozo construyó el remate del hastial occidental en estilo plateresco, excesivamente pesado y alto. También construyó una sacristía plateresca para la catedral, en el lado sur-este, y rehízo las bóvedas del Claustro. En el interior del edificio destacó la construcción del trascoro.

En el siglo XVII se reanudaron los problemas. En el año 1631 se derrumbó parte de la bóveda central del crucero. El cabildo recurrió a Juan de Naveda, arquitecto de Felipe IV de España, quien cubrió el crucero con una gran cúpula, rompiendo los contrarrestos del sistema gótico, tan distintos de los del barroco. El excesivo peso provocaría el desplazamiento de las cargas radiales hacia el hastial sur ante la debilidad de los arcos torales y al fallar también los cimientos. La linterna se cerró provisionalmente en 1651, pero a finales del siglo ya se advertían algunas fallas en la cúpula que desviaba su eje hacia el sur. El quebrado hastial sur tuvo que ser reedificado por Conde Martínez en 1694, sustituyendo el hastial gótico por una espadaña barroca.

Quiso poner remedio a estos desastres Joaquín de Churriguera levantando cuatro grandes pináculos alrededor de la cúpula y sobre los pilares del crucero, a principios del siglo XVIII, pero las consecuencias de esta intervención serían nefastas. Por León fueron desfilando grandes arquitectos, como Giacomo de Pavía, mientras los males seguían agravándose. El terremoto de Lisboa del año 1755 conmovió a todo el edificio, afectando de manera especial a los maineles y a las vidrieras. Se abrieron grandes grietas en la fachada sur, por lo que fue necesario cegar el triforio, desmontar el rosetón, y sustituirlo por una ventana doble geminada.

En el año 1830 aumentaron los desprendimientos de piedras en el hastial sur y, para salvarlo, Sánchez Pertejo tuvo que reforzar los contrafuertes de toda la fachada.










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